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29 Ago

«Aplaudo cada día la generosidad y la solidaridad de las personas»

Destaca que «en otros países, la ropa de segunda mano tiene su público»

MARGA MOSTEIRO SANTIAGO / LA VOZArroupa, impulsada desde Cáritas Diocesana, es un ejemplo de segundas oportunidades. No solo nació con el objetivo de ofrecer una salida a desempleados de muy difícil inserción, sino también para llenar un hueco en el tejido empresarial de Santiago, en concreto, en el sector del reciclaje y la reutilización de prendas de textil y calzado. Arroupa es la segunda oportunidad «para, por ahora, veinte personas, y cuando estén instalados los nuevos contenedores se ampliará la plantilla con dos más». Cuando arrancó su andadura, en diciembre del 2015, esta empresa tenía ocho empleos. En Arroupa «se ofrecen prendas en un estado óptimo a precios muy competitivos, pero siempre dentro del mercado, porque no queremos hacer competencia desleal al resto del comercio», defiende Isabel Fraga, gerente de la empresa.El proceso de selección de las prendas y del calzado sigue una doble criba. En un primer paso, una de las trabajadoras separa los artículos que están dañados, sucios y excesivamente usados de aquellos a los que aún es posible darles otro uso. «En este proceso hay sorpresas, algunas no muy agradables, pero en general las personas son generosas», comenta Fraga. Las mejores piezas, «las que llegan a las tiendas, son la crema. Y en algunos casos, incluso se donan con etiquetas originales, hasta con el precio. Están sin usar. Son el caso más claro de la sociedad de consumo», explica la gerente.En un segundo paso, los trabajadores de Arroupa clasifican la ropa de invierno y de verano, y también atendiendo las calidades del tejido. Finalmente, la ropa es etiquetada, marcada y pasa por un proceso de ozonización que la deja «lista para su venta».De lo que llega a Arroupa, «el 20 % es rechazado», y su eliminación cuesta siete céntimos por kilo. «Se lo lleva Coregal, que lo envía Sogama». Fraga revela que «del 80 % restante hay un importante volumen de piezas que son vendidas al por mayor a países del Tercer Mundo. Son prendas que, aún estando bien, no son aptas para nuestras tiendas». A los comercios de Arroupa también reciben ropa sin usar: «Tenemos donantes que nos hacen llegar incluso piezas nuevas, con etiquetas. Es el caso de una fábrica que donó 600 pantalones de caballero. Y hay tiendas que liquidan por cierre y nos donan el excedente. Cada día me sorprendo: aplaudo la generosidad y solidaridad de las personas», confiesa.Isabel lamenta que «aún estamos lejos de los porcentajes de ventas de ropa de segunda mano de otras ciudades españolas y europeos. En otros sitios, tienen un público concreto que paga bien esta ropa. Aquí aún hay camino por andar. Hay muchos prejuicios», apunta. Tras casi dos años de funcionamiento de Arroupa, Fraga señala que «es muy grato recibir llamadas de personas que deciden donar la ropa de su familiar fallecido. Hace un tiempo, una persona nos hizo llegar un abrigo de piel, de los buenos, y nos dijo ‘sácale el partido que puedas para tu gente’. Era una defensora de los animales. Fue una de las prendas más caras que se vendió en la tienda de Santiago, pero solo fueron 200 euros».Actualmente, en la nave del Tambre hay varios «abrigos de piel y ropa de invierno» esperando el cambio de temporada. «Y también vestidos de novia y de primera comunión, que se venden por catálogo a unos precios impresionantes, y las prendas están como nuevas», recalca.La protagonista. Isabel Fraga, gerente de Arroupa, es licenciada en Económicas.Arroupa. Abrió en diciembre del 2015. Durante el 2016 se recogieron 600 toneladas de ropa y calzado. En lo que va de año, han recibido 450. Actualmente, están colocados 125 contenedores en la Diócesis y se instarán 33 más en las calles de Santiago.

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