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27 Ene

CÁRITAS AROUSA ALERTA DEL REPUNTE  DE TOXICÓMANOS  CON PATOLOGÍAS DE SALUD  MENTAL Y SIN TECHO  

Aboga por ofrecerles una alternativa de alojamiento y acompañamiento profesional

 

Anxo Martínez ( Faro de Vigo)

Los efectos de las drogas como desencadenantes de diferentes enfermedades de salud mental son conocidos desde hace décadas. Y en Cáritas llevan ya mucho tiempo atendiendo usuarios con estas patologías. Pero en los últimos años, el número de casos se ha disparado. Así lo explica el director  de Cáritas Interparroquial de Arousa, Francisco Fernández, quien llama la atención sobre la necesidad de reforzar los apoyos sociales que reciben los toxicómanos, pues según él son muchos los casos en que las buenas intenciones de reinserción fracasan en apenas unas semanas por falta de alternativas y de un acompañamiento profesional.

«Cuando salen de A Lama o del hospital Nicolás Peña, las personas vienen bien, parecen otras. Buscan alternativas al mundo de la droga, pero como carecen de apoyos familiares o sociales, al poco tiempo se encuentran de nuevo en la calle y regresan a lo que conocían de antes», esgrime Fernández. Al retomar el consumo de drogas, sus patologías se agravan. Además, sin lazos afectivos o sociales sólidos, pronto abandonan también los fármacos que les habían prescrito. En consecuencia, sus problemas de salud se agravan a pasos agigantados.

Las dificultades para lograr la reinserción social efectiva de toxicómanos que han sido diagnosticados con algún tipo de patología mental no son nuevas. Pero el presidente de Cáritas Interparroquial de Arousa plantea que cada vez hay más casos, lo que complica aún más la ayuda social a estas personas, «que no podemos olvidar que son enfermos». Actualmente, Cáritas de Arousa tiene ingresados a cinco usuarios en el Hospital Nicolás Peña, de Vigo, que dispone de una unidad de Psiquiatría, y a otros cinco en la cárcel de A Lama.

Antiguamente, muchos de estos drogodependientes con patologías severas pasaban largos periodos de tiempo ingresados en Rebullón (Mos), pero este centro cerró en 2016. En parte, las dificultades para las personas con enfermedades mentales se agudizaron con el cambio de filosofía de la administración sanitaria hacia la salud mental. Hasta no hace mucho, los pacientes más severos permanecían internados durante años en centros psiquiátricos. No obstante, la tendencia ahora es a evitar las institucionalizaciones de por vida. Lo que se pretende es promover la autonomía de las personas y que tengan la oportunidad de hacer vida en la sociedad. Para Fernández y el personal técnico de Cáritas Interparroquial, «esa filosofía está muy bien, estamos de acuerdo con ella, pero hay que dotarla de recursos».

Por ello, en Cáritas opinan que debe existir, «un recurso público que combine las vertientes sanitaria y social», para que los enfermos no se encuentren solos y sin saber que hacer al recobrar la libertad, y tengan más posibilidades de sobrellevar con éxito sus patologías.

Francisco Fernández también alerta sobre la juventud de los pacientes (entre 30 y 40 años en la mayoría de los casos), y sobre el agravamiento de las dolencias. El consumo combinado de varias sustancias, y la creciente manipulación química de las drogas parecen estar empeorando aún más si cabe los diagnósticos médicos.

Vivienda y acompañamiento

Sin nexos familiares, sin un hogar al que regresar, Cáritas intenta echar una mano a los toxicómanos y les gestiona el alquiler de un piso o una habitación en un hostal o pensión. Pero pocas veces les encuentran un techo, «porque son personas que apenas tienen dinero», y porque son pocos los dueños de pisos o de negocios dispuestos a abrirles las puertas a drogodependientes, aquejados también de problemas de salud mental. Así las cosas, un gran número de ellos se encuentran pronto en la calle.

Cáritas dispone de una casa de acogida en Sobradelo, pero está pensada para personas con plena autonomía y que ya han dado pasos sólidos para la inserción social, de ahí que no puedan ofrecer este recurso a los drogodependientes. «En el hospital y en la cárcel reciben un apoyo y unos tratamientos que les hacen mucho bien -plantea Francisco Fernández-, pero cuando salen de nuevo a la calle recaen en muy poco tiempo». Por ello, considera que, «tiene que existir un puente entre la salida de un hospital o de la cárcel y la calle, y es clave el acompañamiento profesional». Un acompañamiento que, dadas las características de los pacientes, no puede limitarse a unas pocas consultas médicas al mes.

Los técnicos de Cáritas perciben que son muchos los que se niegan a tomar los tratamientos prescritos para sus enfermedades, «y nosotros tampoco los podemos obligar a tomarlos». Es ahí donde actuarían los profesionales de la psicología y la salud mental que en opinión de Cáritas deberían estar al lado de los toxicómanos para encauzarles y ayudarles tanto a a dejar atrás la adicción como a afrontar su enfermedad. «Nosotros no abogamos por la institucionalización de las personas, pero sí nos parece necesario que cuando salen de un hospital o de la cárcel lo hagan con garantías de inclusión», concluye Fernández.