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13 Ene

Crecen los pobres vergonzantes que piden ayuda a Cáritas de Arousa sin que se sepaCrecen los pobres vergonzantes que piden ayuda a Cáritas de Arousa sin que se sepa

Susana Luaña\r\n

Vilagarcía / La Voz

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Hay días en que aparca un coche dentro del recinto de Cáritas, en la plaza de la Constitución, y de él se baja una persona que, tras realizar dentro el trámite que le ocupa, sale procurando no ser vista y se va en el mismo vehículo. Es un pobre vergonzante, una figura cada vez más habitual en la comarca y que crece al mismo ritmo que la crisis económica.

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El pobre vergonzante, como bien saben en Cáritas, donde los conocen a todos, es una persona o una familia que siempre vivió con holgura y que, cuando antes pasaba por delante del comedor social, nunca pensaba que alguna vez fuese a formar parte de ese colectivo que se ve en la obligación de pedir ayuda para subsistir. Por su educación, por su cultura y por su círculo de amistades, es incapaz de reconocer que se encuentra en una situación tan difícil. Es más, quema todos los cartuchos antes de llamar a la puerta de la beneficencia. «Les importa el qué dirán -reconoce Francisco Fernández, presidente de la entidad en Arousa-. Llegan a última hora con un recibo de la luz que no pueden pagar. Antes ya echaron mano de sus familiares y amigos. Esperan tanto, que a veces no solo hay que pagar el recibo, sino también el enganche, porque ya le cortaron la luz».

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Mantener las apariencias

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Recibos de electricidad, dinero para la bombona de butano, paquetes de comida y ropa son las principales solicitudes de estas familias que, como en tiempos que parecía que nunca iban a repetirse, se esfuerzan en aparentar. Aunque la cuestión es más compleja. Bajo esa imagen superficial de la apariencia se encuentran razones de dignidad, educación y hasta vergüenza. De ahí el nombre por el que los conocen en las oenegés: pobres vergonzantes. «A veces vienen las madres con lágrimas en los ojos a pedir para toda la familia porque a los hijos les da vergüenza. Los jóvenes se quedan en el paro con hijos pequeños y los mayores viven con una pequeña pensión, y no da para todos».

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Recuperación

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Y la situación es más grave de lo que parecía en un principio, porque el goteo de personas que se adaptan a ese perfil y que tienen que acudir a Cáritas es cada vez mayor. «Es normal, todos los días están cerrando pequeñas empresas, personas que trabajaron toda la vida y que ahora se ven en la calle», reflexiona Fernández. «Nosotros al principio pensábamos que eran fácilmente recuperables, porque ese es el objetivo de Cáritas, estamos con la recuperación de las personas, pero ahora lo vemos muy difícil, porque esto no se acaba, va a peor y va a ser difícil que salgan de esa situación».

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Y en la entidad están realmente preocupados, porque creen que a lo largo de este año va a aumentar todavía más el número de familias necesitadas. «Hay que tener en cuenta que acabamos de pasar unas fechas solidarias en las que unos se ayudan a otros, pero habrá que ver lo que pasa ahora en el invierno».

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«Vienen madres con lágrimas en los ojos a pedir para toda la familia; a los hijos les da vergüenza», según Francisco Fernández.

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