EL ARZOBISOPO ESCRIBE A LOS NIÑOS DE LA DIÓCESIS
Carta Pastoral con motivo de la Jornada de la Infancia Misionera\r\n
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“Jesús nos lo ha dado todo no porque lo mereciéramos sino porque nos ama. Para ayudar a los demás hemos de amarlos y comprender que los bienes materiales y espirituales que tenemos, los hemos recibido gratuitamente y que estamos llamados a compartirlos sobre todo con los más necesitados. No podéis sentiros solamente beneficiarios sino protagonistas responsables de esta inquietud y preocupación, sabiendo que los demás necesitan nuestro amor y nuestra alegría”. Así escribe a los niños de la Diócesis de Santiago el arzobispo, monseñor Julián Barrio, en la Carta Pastoral elaborada con motivo de la Jornada de la Infancia Misionera.
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“Un año más”, les comenta monseñor Barrio a los niños, “ me alegra escribiros con este motivo”. Y aprovecha para contarles la historia de una niña que “paseando por un jardín vio a una mariposa enredada en una tela de araña. La niña con mucho cuidado fue quitando la tela de araña en la que estaba prisionera la mariposa y ésta pudo seguir volando. También hay muchos niños enredados en la tela de araña del hambre, de la pobreza extrema, de la falta de formación por no poder estudiar, de la enfermedad por no poder tener cuidados sanitarios y de tantas necesidades materiales y espirituales. Los niños tenéis una sensibilidad especial para ir quitando esa telaraña y posibilitar que todos los niños puedan desarrollarse física y espiritualmente”.
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Monseñor Barrio les dice a los niños que “vosotros podéis ofrecer respuestas a estas necesidades a través de vuestra generosidad y de la fuerza del sacrificio y de la oración, contribuyendo a cambiar situaciones que están sufriendo tantos niños y niñas en nuestros días y en tantos países. No olvidéis que podéis ayudar a los demás, igual que aquel niño que ofreció a Jesús los cinco panes y los dos peces para que se realizase el milagro. Hay muchos niños en el mundo que confían en vuestra ayuda material y en vuestra oración. Sé que sois generosos, y estoy seguro de que vuestra respuesta será también muy generosa. Somos la gran familia de los hijos de Dios