El cardenal Tagle invita a «conocer a un inmigrante» y difundir el espíritu de la Pascua[:gl]O cardeal Tagle invita a «coñecer a un inmigrante» e difundir o espírito de la Páscoa
“La migración es una oportunidad para que las personas prosperen como seres humanos”, señalaEl arzobispo de Manila y presidente de Cáritas Internationalis, cardenal Luis Antonio Tagle, ha difundido un Mensaje pascual en el que sugiere “conocer a un emigrante” y difundir el espíritu de la Pascua. Utilizando su propia biografía familiar, el prelado reivindica el rostro humano de la migración, un proceso que, como él mismo afirma, “obliga a las personas a ir más allá de sus fronteras físicas y mentales, con sus capacidades al límite y las conduce por desiertos de soledad y rechazo”. El cardenal consideras que “la migración es una oportunidad para que las personas prosperen como seres humanos. Es una oportunidad para crear una vida mejor para ellas mismas y generaciones futuras”.El MensajeEste es texto íntegro del mensaje:»Mi familia comenzó con la emigración de un niño. Mi abuelo paterno nació en China. Su madre era muy pobre, por lo que envió a su hijo con un pariente que viajó a las Filipinas. Y ahí fue donde yo nací y crecí.La migración es una oportunidad para que las personas prosperen como seres humanos. Es una oportunidad para crear una vida mejor para ellas mismas y generaciones futuras. Aunque fuerzas destructoras, como la guerra y la pobreza, trastornan la vida humana y la vida familiar, la migración nos muestra la nobleza del espíritu humano. Al igual que Jesús, en su calvario hasta la cruz, la migración obliga a las personas a ir más allá de sus fronteras físicas y mentales, con sus capacidades al límite y las conduce por desiertos de soledad y rechazo. No obstante, la gente soporta este viaje de sacrificio por una causa noble.No debemos olvidar que la gente tiene el derecho a migrar y a decidir el lugar en donde cree que puede prosperar. Sin embargo, también tiene derecho a no emigrar y a vivir una vida digna en su tierra. Muchos quisieran quedarse en los países y aldeas donde nacieron, como estoy seguro le hubiera gustado a mi abuelo, pero cuando su país es desgarrado por la guerra o simplemente no te puede ofrecer un empleo y una vida estable, hay que tomar decisiones difíciles.
Es una bendición ser llamado a la presidencia de Caritas Internationalis también por la posibilidad de conocer a refugiados y migrantes, especialmente a quienes están detenidos. Esto ha hecho salir a la luz claramente el sufrimiento que los seres humanos se pueden infligir unos a otros. Las guerras y el odio se han vuelto sistémicos, en algunas partes del mundo, destruyendo vidas humanas y comunidades.Aquellos que migran nos muestran “a todo color” las consecuencias del odio y la división, la injusticia y el prejuicio. No debemos olvidar nunca la dignidad inalienable y el valor de cada una de estas personas. Estamos llamados a fomentar el bien común de nuestra familia humana mundial, no sólo el bien de nuestras propias familias y países. Los migrantes son un recordatorio viviente de que tenemos que ser custodios de la creación y cambiar sistemas injustos, porque muchos de ellos son víctimas del cambio climático o la pobreza, provocados porque los recursos de la Tierra no se comparten equitativamente.En los migrantes también tenemos la oportunidad de maravillarnos ante la belleza de la persona y explorar la profundidad del amor y la atención de que son capaces personas como los voluntarios de Caritas y las comunidades. Ninguna pena, dolor, cansancio ni fatiga puede eliminar por completo la generosidad, la compasión y la nobleza del corazón humano.Conocer a los migrantes en medio de todas sus dificultades y escuchar sus anhelos y sueños me ha hecho preguntarme: ¿Qué es verdaderamente importante para mí? Las cosas que antes consideraba esenciales ahora no son nada, comparadas con los valores de la dignidad humana, la vida, la familia, el futuro y las generaciones venideras. Yo espero que la migración mundial y la situación de los refugiados provoquen que todo el mundo haga un examen colectivo de conciencia y de nuestros sistemas de valores.Comprendemos que cada país atraviese sus propias penas y sus propias luchas. Existe la tentación de decir: “¿Por qué tenemos que atender las necesidades de estas personas cuando tenemos que cubrir nuestras propias necesidades?” La gente puede decir que “la caridad empieza por casa”, pero tenemos que recordarles que no debería terminar en casa. Podemos ampliar esa “casa”.Los países que utilizan las dificultades como excusa, para no atender las necesidades de los migrantes, saben cuáles son sus propias necesidades, que son las mismas que las de los migrantes. No dejemos que nuestra condición de necesidad nos separe de ellos, porque debería unirnos más a ellos, ya que todos sabemos lo que significa estar necesitado. Asimismo, los países que cierran sus fronteras a los extranjeros deberían recordar que, en el pasado, ellos fueron recibidos por otros países.Al prepararnos a recibir al Señor resucitado, tengo tan sólo una simple sugerencia para los católicos, e incluso para los cristianos no-católicos: pónganse en contacto con un auténtico migrante. Muy a menudo se teme a la migración como noción y como movimiento. Nos olvidamos de que no es un fenómeno. Se trata de seres humanos.Caritas lanzará una campaña mundial en septiembre para invitar a la gente a hacer justamente esto: encontrarse con los emigrantes, compartir sus historias y sus experiencias con ellos, y reconocer nuestra humanidad común.Si les miran a los ojos, verán algo dentro de ustedes mismos que les puede conquistar, anulando el miedo y la resistencia. Tenemos miedo de algo que no conocemos. Y lo que conocemos, lo magnificamos y lo convertimos en una amenaza. Cuando entramos en contacto con seres humanos, de carne y hueso, vemos que todos estamos conectados. Al igual que los discípulos camino a Emaús, puede que no comprendamos de inmediato quién nos está acompañando en nuestro recorrido. Sin embargo, una vez que abramos nuestros ojos y nuestros corazones, seremos más acogedores con el extranjero.»[:gl]
«A migración é unha oportunidade para que as persoas prosperen como seres humanos», sinalaO arcebispo de Manila e presidente de Cáritas Internationalis, cardeal Luís Antonio Tagle, difundiu unha Mensaxe pascual no que suxire «coñecer a un emigrante» e difundir o espírito da Páscoa. Utilizando a súa propia biografía familiar, o prelado reivindica o rostro humano da migración, un proceso que, como el mesmo afirma, «obriga ás persoas para ir máis aló das súas fronteiras físicas e mentais, coas súas capacidades ao límite e condúceas por desertos de soidade e rexeitamento». O cardeal consideras que «a migración é unha oportunidade para que as persoas prosperen como seres humanos. É unha oportunidade para crear unha vida mellor para elas mesmas e xeracións futuras».A MensaxeEste é texto íntegro da mensaxe:»A miña familia comezou coa emigración dun neno. O meu avó paterno naceu en China. A súa nai era moi pobre, polo que enviou ao seu fillo cun parente que viaxou ás Filipinas. E aí foi onde eu nacín e crecín.A migración é unha oportunidade para que as persoas prosperen como seres humanos. É unha oportunidade para crear unha vida mellor para elas mesmas e xeracións futuras. Aínda que forzas destrutoras, como a guerra e a pobreza, trastornan a vida humana e a vida familiar, a migración móstranos a nobreza do espírito humano. Do mesmo xeito que Jesús, no seu calvario ata a cruz, a migración obriga ás persoas para ir máis aló das súas fronteiras físicas e mentais, coas súas capacidades ao límite e condúceas por desertos de soidade e rexeitamento. Con todo, a xente soporta esta viaxe de sacrificio por unha causa nobre.Non debemos esquecer que a xente ten o dereito a migrar e a decidir o lugar onde cre que pode prosperar. Con todo, tamén ten dereito a non emigrar e a vivir unha vida digna na súa terra. Moitos quixesen quedar nos países e aldeas onde naceron, como estou seguro gustoulle ao meu avó, pero cando o seu país é desgarrado pola guerra ou simplemente non che pode ofrecer un emprego e unha vida estable, hai que tomar decisións difíciles.É unha bendición ser chamado á presidencia de Caritas Internationalis tamén pola posibilidade de coñecer a refuxiados e migrantes, especialmente a quen está detidos. Isto fixo saír á luz claramente o sufrimento que os seres humanos pódense infligir uns a outros. As guerras e o odio volvéronse sistémicos, nalgunhas partes do mundo, destruíndo vidas humanas e comunidades.
Aqueles que migran móstrannos «a toda cor» as consecuencias do odio e a división, a inxustiza e o prexuízo. Non debemos esquecer nunca a dignidade inalienable e o valor de cada unha destas persoas. Estamos chamados a fomentar o ben común da nosa familia humana mundial, non só o ben de nosas propias familias e países. Os migrantes son un recordatorio vivente de que temos que ser custodios da creación e cambiar sistemas inxustos, porque moitos deles son vítimas do cambio climático ou a pobreza, provocados porque os recursos da Terra non se comparten equitativamente.Nos migrantes tamén temos a oportunidade de marabillarnos ante a beleza da persoa e explorar a profundidade do amor e a atención de que son capaces persoas como os voluntarios de Caritas e as comunidades. Ningunha pena, dor, cansazo nin fatiga pode eliminar por completo a xenerosidade, a compaixón e a nobreza do corazón humano.Coñecer aos migrantes no medio de todas as súas dificultades e escoitar os seus anhelos e soños fíxome preguntarme: Que é verdadeiramente importante para min? As cousas que antes consideraba esenciais agora non son nada, comparadas cos valores da dignidade humana, a vida, a familia, o futuro e as xeracións vindeiras. Eu espero que a migración mundial e a situación dos refuxiados provoquen que todo o mundo faga un exame colectivo de conciencia e dos nosos sistemas de valores.Comprendemos que cada país atravese as súas propias penas e as súas propias loitas. Existe a tentación de dicir: Por qué temos que atender as necesidades destas persoas cando temos que cubrir nosas propias necesidades? A xente pode dicir que «a caridade empeza por casa», pero temos que lembrarlles que non debería terminar en casa. Podemos ampliar esa «casa».Os países que utilizan as dificultades como escusa, para non atender as necesidades dos migrantes, saben cales son as súas propias necesidades, que son as mesmas que as dos migrantes. Non deixemos que a nosa condición de necesidade sepárenos deles, porque debería unirnos máis a eles, xa que todos sabemos o que significa estar necesitado. Así mesmo, os países que pechan as súas fronteiras aos estranxeiros deberían lembrar que, no pasado, eles foron recibidos por outros países.Ao prepararnos a recibir ao Señor resucitado, teño tan só unha simple suxestión para os católicos, e mesmo para os cristiáns non-católicos: póñanse en contacto cun auténtico migrante. Moi a miúdo témese á migración como noción e como movemento. Esquecémonos de que non é un fenómeno. Trátase de seres humanos.Caritas lanzará unha campaña mundial en setembro para convidar á xente para facer xustamente isto: atoparse cos emigrantes, compartir as súas historias e as súas experiencias con eles, e recoñecer a nosa humanidade común.Se lles miran aos ollos, verán algo dentro de vostedes mesmos que lles pode conquistar, anulando o medo e a resistencia. Temos medo de algo que non coñecemos. E o que coñecemos, o magnificamos e convertémolo nunha ameaza. Cando entramos en contacto con seres humanos, de carne e óso, vemos que todos estamos conectados. Do mesmo xeito que os discípulos camiño a Emaús, poida que non comprendamos de inmediato quen nos está acompañando no noso percorrido. Con todo, unha vez que abramos os nosos ollos e os nosos corazóns, seremos máis acolledores co estranxeiro.»