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13 Dic

EL HOMBRE DEBE RECUPERAR EL VALOR CENTRAL EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD AUTÉNTICAMENTE JUSTA Y FRATERNA” (Monseñor Barrio)

Conferencia del arzobispo en el Foro Europa

“Nos encontramos ante una crisis moral colectiva y ante el fracaso de teorías económicas que se basan en una errónea concepción del hombre, de la naturaleza y de Dios”, dijo monseñor Julián Barrio durante su intervención en el “Fórum Europa. Tribuna Galicia”, en el que pronunció una conferencia sobre: ¡Crisis de civilización! ¡Crisis antropológica! Presentó al arzobispo Salvador Domato, canónigo y responsable del Archivo Histórico Diocesano que dijo que monseñor Barrio “huele a género humano y conecta fácilmente con el hombre y con el hombre sufriente, dolorido, humillado, golpeado hasta pensarse incapaz de la esperanza”. Aseguró, además, que “el arzobispo sabe acercarse con mirada de ternura que es siempre mirada de padre y mirada de madre, de hermano y amigo y sin duda sabe que para amplísimos sectores del mundo occidental y del mundo cristiano occidental, Dios es hoy una contingencia superflua y por consiguiente perfectamente prescindible.No es difícil imaginar el drama que esto supone a un obispo católico”.

Sociedad justa

El prelado reivindicó una antropología en la que el hombre, la persona, recupere el valor central en la construcción de una sociedad auténticamente justa y fraterna. Una antropología que tenga en cuenta la gratuidad y el amor. Al hablar sobre economía y Doctrina Social de la Iglesia dijo que “se ha separado la esfera económica y la esfera social, el trabajo y el origen de la riqueza, el mercado y democracia. El resultado es paradójico: Aumenta la riqueza global pero son más las desigualdades; aumenta la capacidad de sistema de producir bienes de primera necesidad (grano, arroz), pero crece también el número de los que sufren hambre; aumentan los bienes materiales, pero las personas se sienten más infelices. Existe insatisfacción en nuestra civilización (droga, psicofármacos, relaciones rotas), que no se debe a la carencia de recursos”.Recordó que el mundo civilizado ha pasado por varias épocas de crisis y las ha rebasado, “en muchos casos a costa de transformaciones profundas y radicales de civilizaciones particulares. Que las rebasara no significa en todos los casos que las transformaciones experimentadas fuesen positivas”. Constata que el ser humano se ha movido siempre en la paradoja que una y otra vez reaparece entre los ideales y los intereses, “pero suele intentar convencerse a sí mismo y a los demás de lo contrario”.Monseñor Barrio insistió en que renunciar a la dimensión interior de la historia, al espíritu que en ella alienta, “equivale a empobrecer y supeditar a los factores materiales los propios hechos. Hay que retornar sobre la historia, reflexionar una vez más sobre ella desde nuestras actuales perspectivas, sobre todo porque, nos guste o no, el existir del hombre es historia, y una revalorización del espíritu humano exige transitar por ese acaecer que no debe subestimarse, pues en él se juega la vida de la especie humana”.

Crisis antropológica

En nuestro mundo globalizado, señala, la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica: “Para responder adecuadamente a los retos actuales, es necesario revisar la antropología que subyace a las filosofías vigentes, pues cada una de ellas responde a una determinada concepción del hombre y de sus relaciones fundamentales”.Habló de la secularización política, sociológica y existencial. La política la refiere a la separación entre el Estado y la Iglesia, “que hoy se manifiesta en la exclusión de Dios del espacio público”; la sociológica la focaliza en los datos estadísticos sobre la creencia y la práctica religiosa, “que ha disminuido en modo significativo”, y la existencial la refiere a las condiciones en que se encuadra la experiencia de fe y la búsqueda de sentido.Insiste en que la doctrina social de la Iglesia nos llama a ser testigos de la gratuidad, “la gratuidad y el don, basados en la verdad antropológica, son imprescindibles para avanzar hacia el desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres”. Mencionó que es necesario ir más allá de la filantropía y del altruismo, “para poder entrar plenamente en la lógica de la gratuidad, es decir en las relaciones fraternas, auténticamente humanas”. La Iglesia, subrayó, permanece atenta a estos sufrimientos y preocupaciones con un mensaje de confianza y de esperanza, “los cristianos han de estar dispuestos a colaborar con todos los hombres de buena voluntad de cara a una sociedad más justa y más humana”.Finalizó hablando del prójimo del que dijo que es aquel de quien cada uno es responsable, “no se puede construir lo propio sin velar por el prójimo al que sólo conocemos desde la amistad, deponiendo todo intento de dominación o apropiación”.