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26 Jul

EL VALOR DE CÁRITAS EN LA FRÁGIL TRAMA DE NUESTRA SOCIEDAD

\r\n\r\n\r\nEn relación con la concesión de este  importante galardón  a las Cáritas   de Galicia el profesor Roberto  L. Blanco Valdes, ha publicado en La Voz de Galicia un destacado artículo  en el que refleja el trabajo que desarrolla la institución, sus voluntarios y técnicos, y  cuyo texto reproducimos en la página web:\r\n\r\n“Acostumbrada desde hace decenios a mirar hacia el Estado, la sociedad española es un agregado de millones de personas que, muy atomizadas, compiten entre sí para obtener beneficios de las Administraciones públicas. De hecho, se produce en nuestro país la curiosa paradoja de que cuando nos asociamos lo hacemos con el objetivo primordial de reclamar ayuda a los diferentes poderes estatales y no con la finalidad de desarrollar en su lugar tareas que la sociedad podría asumir para colaborar con aquellos en la búsqueda del bienestar común.\r\n\r\nObviamente esa situación de desmembración social tiene excepciones, como lo demuestra el caso de Cáritas, una organización que, entre otras varias, aunque de forma muy sobresaliente, lleva más de medio siglo luchando en España (al igual que en una gran parte de los países del planeta) en favor de la asistencia, la rehabilitación y la inserción de las víctimas de la desigualdad y la exclusión, poniendo además especial énfasis en la denuncia de las causas que generan tales injusticias.\r\n\r\nLos números de Cáritas española, organización oficial de la Iglesia católica en la esfera de la acción caritativa, son, en cualquier contexto, pero más en el de un país tan desarticulado socialmente como el nuestro, realmente impresionantes: más de 62.000 voluntarios, 5.000 trabajadores en el conjunto del país, en torno a medio millón de socios y donantes, cerca de siete millones de peticiones de ayuda atendidas en el año 2010.\r\n\r\nEsa acción, que se ha incrementado notablemente como consecuencia de los efectos de la terrible crisis que vivimos -una crisis que, como todas, se ceba en los más débiles: excluidos, inmigrantes, mujeres solas, niños, ancianos o discapacitados-, es hoy en Galicia, y en España en su conjunto, un elemento esencial para corregir sus devastadores efectos sobre amplias capas de nuestra sociedad. Por eso la deuda que todos hemos contraído con Cáritas, y con los que en ella colaboran, resulta excepcional.\r\n\r\nA través de su indesmayable actividad Cáritas nos enseña a diario una lección importantísima: que ayudar a los demás es no solo una obligación moral inexcusable de los seres humanos, sino una fuente inagotable de la mejor felicidad que cabe imaginar: la compartida.\r\n\r\nEsa acción solidaria, que nos hace mejores a todos, no es incompatible, desde luego, como erradamente se ha sostenido en ocasiones, con la exigencia de que los poderes públicos cumplan con las obligaciones que tienen contraídas en un Estado social digno de tal nombre. Muy lejos de ello, la solidaridad social es un complemento inexcusable de una acción pública que, más en situaciones de crisis, no consigue llegar a todas partes. Cáritas lleva muchos años haciendo una contribución de gran valor a esa solidaridad. Y es eso, precisamente, lo que la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre ha querido premiar, en un acto claro de justicia, en este día.\r\n\r\nRoberto  L. Blanco Valdes