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08 Mar

ESCUELA DE PRIMAVERA: UNA OPORTUNIDAD DE MEJORAESCUELA DE PRIMAVERA: UNA OPORTUNIDAD DE MEJORA

El próximo mes de abril tendrá lugar uno de los dos grandes encuentros formativos de la Confederación, la Escuela de Primavera, en la que participarán alrededor de 200 agentes procedentes de todas las Cáritas Diocesanas.

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Con Francisco Prat, coordinador de Formación, hablamos sobre la apuesta de Cáritas por la formación y la necesidad de participación de todos los agentes.

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Pregunta: ¿Por qué dividir la formación en dos escuelas?

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Francisco Prat: Hace cinco años surgió la necesidad de tener una formación más técnica, para adquirir un mejor conocimiento de las herramientas comunes para la intervención social, y también la necesidad de compartir y poner en común ese conocimiento. Hablamos de cosas que van desde un mejor manejo del SICCE, a cómo intervenir con colectivos específicos, normativa para justificación de subvenciones…, en general cosas muy técnicas. Sin embargo no hay una formación exclusivamente técnica, sino que ésta se plantea en función del tipo de intervención social que se quiere hacer, de cómo debemos orientarnos, cómo queremos trabajar y esto afecta no solo a las herramientas sino también a la identidad, modos de hacer, estilos y opciones.

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P.: ¿Hay una línea que vertebra toda la formación?

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F. P.: Hay una línea de identidad que vertebra toda la formación, de la misma forma que hay una línea de habilidades y otra de cuestiones más prácticas. Nos parecía muy artificial separar esto en cursos de identidad, de habilidades, de manejo de herramientas… Es verdad que en esta convocatoria de primavera hay algunos cursos muy técnicos, y a esos cursos uno se puede apuntar sin tener especialmente presente el tema de la identidad o sin pensar qué Caritas quieres ser, pero cuando se abordan temas como la comunicación, la coordinación de equipos, tratamiento de personas en situación de crisis, cambio de la organización… todos ellos son, en realidad, temas nucleares que tienen que ver con lo que ocurre dentro de la Confederación, con la reflexión sobre criterios de discernimiento, con las orientaciones de la última Asamblea, todo esto influye sobre el tipo de Cáritas que se quiere construir.

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P.: ¿En cuanto a las materias que se imparten están orientadas a reciclar conocimientos o a adquirir unos nuevos?

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F. P.: Yo hablaría de renovar. Los cambios producidos en la sociedad española en los últimos tres años hacen que casi nada de lo que hacíamos lo podamos seguir haciendo de la misma forma que entonces: ni la acogida, ni la forma de gestionar la comunicación, ni el liderazgo de equipos; por ejemplo, necesitamos mimar mucho más a nuestros agentes porque están mucho más sobrepasados. Casi todo lo que ocurre nos lleva no ya a renovar conocimientos, sino a adquirir otro enfoque, una forma de trabajar diferente. En el fondo se trata de estar dispuestos a hacer las cosas de otra manera. Es lo que se aborda en la mayoría de los cursos, ver qué interrogantes se plantean y cómo afrontarlos.

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P.: ¿Esos interrogantes se van respondiendo a través de los procesos formativos?

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F. P.: Digamos que los procesos formativos no son otra cosa que la evolución de la Confederación. En la medida en que los órganos confederales (asamblea, consejo, Cáritas diocesanas) van tomando sus decisiones estas tienen que volcarse en la formación, por lo tanto en todas las escuelas debe estar presente esa evolución. No se responderán todas las preguntas, pero se seguirán compartiendo interrogantes, lo que queremos es difundir una forma de liderar equipos, de cuidar a las personas de relacionarnos con empresas, con donantes y socios… también debemos pensar cómo hacerlo y hacerlo bien. Son temas estratégicos para toda la Confederación, por eso están presentes en las escuelas y en otros espacios a lo largo de todo el año. La formación tiene que estar alineada con las estrategias.

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P.: ¿Esta apuesta por la formación responde a una demanda de la confederación o a un planteamiento estratégico?

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F. P.: Formación siempre ha existido, la Escuela de Verano ha cumplido 20 años. Además, lo primero que debemos reconocer es que hay muchas Cáritas Diocesanas con una amplia e intensa trayectoria en lo que a formación se refiere. En lo que respecta a los Servicios Generales de la Confederación hubo una apuesta, hace ya tiempo, por reforzar la formación, por impulsar este proceso que nos está llevando muy lejos, no solo a organizar las escuelas sino a la creación de una comunidad para analizar, con los responsables de las Cáritas Diocesanas, cuales son las necesidades; cómo se va respondiendo a las mismas. Luego, nace de una decisión de la Confederación.

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P.: ¿Cualquier agente puede encontrar respuesta a sus necesidades formativas?

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F. P.: La diferencia entre las dos escuelas es que la de Verano tiene un perfil más abierto, cursos más transversales, la participación requiere menos especificidad, pueden participar en un mismo curso diferentes perfiles: voluntarios, trabajadores, directivos… En la de primavera los cursos son para perfiles más concretos: los que manejan una determinada herramienta, o llevan un determinado programa, porque es más técnica.

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Debemos tener presente que estos dos espacios no son los únicos, hay espacios diocesanos o regionales que ofrecen oportunidades adaptadas a todos los agentes de Cáritas.

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P.: ¿Por qué ir a la escuela?

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F P.: Porque es una oportunidad de mejorar que se nos ofrece, que no podemos desaprovechar y que le debemos a la persona a la que servimos. En el fondo somos personas al servicio de personas que sufren marginación, exclusión pobreza y es una obligación de los equipos, y de las personas que los integran, formarse para estar al día, para cuidarse; participar y regalarse espacios comunes para construir confederación, tejer redes, rezar y celebrar juntos. Es un regalo y el que no va se lo pierde.

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