Noticia

19 Jun

CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN[:gl]CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ DO SANTO PAI FRANCISCO SOBRE O COIDADO DA CASA COMÚN

Encíclica LAUDATO SI del Papa Franciscorn

Laudato si’, mi’ Signore » – « Alabado seas, mi Señor », cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: « Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba ».1

rn

Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que « gime y sufre dolores de parto » (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.

rn

1 Cántico de las criaturas: Fonti Francescane (FF) 263.

[:gl]Encíclica LAUDATO SI del Papa Franciscorn

Laudato si’, mi’ Signore » – « Alabado seas, meu Señor », cantaba san Francisco de Asís. Nese fermoso cántico nos recordaba que a nosa casa común é tamén como unha irmá, coa cal compartimos a existencia, e como unha nai bela que nos acolle entre os seus brazos: « Alabado seas, meu Señor, pola irmá nosa nai terra, a que nos sustenta, e goberna e produce diversos froitos con coloridas flores e herba ».1

rn

Esta irmá clama polo dano que lle provocamos a causa do uso irresponsable e do abuso dos bens que Deus puxo nela. Crecemos pensando que éramos os seus propietarios e dominadores, autorizados a expoliala. A violencia que hai no corazón humano, ferido polo pecado, tamién se manifista nos síntomas de enfermidade que advertimos no chan, na agua, no aire e nos seres vivintes. Por eso, entre os pobres máis abandonados e maltratados, está a nosa oprimida r devastada terra, que « xime e sofre dores de parto » (Rm 8,22). Olvidamos que nos mesmos somos tirra (cf. Gn 2,7). O noso propio corpo está constituido polos elementos do planeta, o seu aire é  o que nos da o alentó e a súa agua nos vivifica e restaura.

rn

1 Cántico de las criaturas: Fonti Francescane (FF) 263.