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27 Ene

Cardenal Rodríguez Maradiaga: El hombre fuerte del PapaCardeal Rodríguez Maradiaga: O home forte do Papa

Joachim Frank – XL Semanal

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El Papa ha puesto en manos de este arzobispo hondureño de 72 años una de las misiones más complejas y espinosas de su pontificado. Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga coordina desde hace meses el grupo de nueve cardenales que, a puerta cerrada, ayudan al Santo Padre a reformar la curia. Sus deliberaciones no solo tendrán enorme impacto en la estructura burocrática del Vaticano, también en el futuro de la Iglesia.

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El Cardenal Rodríguez Maradiaga.

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madariagaNo se arruga ante nadie. En su país, Honduras, viaja con escolta por su lucha contra la corrupción y el narcotráfico. Y una anécdota de los años noventa define su espíritu montaraz. Recién nombrado presidente de un comité económico, padeció el ninguneo de los tecnócratas. «No querían hablar conmigo. Decían que los curas no sabemos economía. Me dije que eso no volvería a pasar y me puse a estudiar economía por mi cuenta». Tanto estudió que Juan Pablo II le encargó analizar la deuda del Tercer Mundo, y acabó convirtiéndose en el azote del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Su nombre sonó dos veces como papable. Hoy es la mano derecha del Papa. Su guardaespaldas intelectual.

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Salesiano de 72 años, el cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga es arzobispo de Tegucigalpa y presidente de Cáritas Internationalis. Coordina el llamado C9, el consejo de nueve cardenales que ayuda al Papa en la reforma de la curia. Cuenta así cómo nació la idea. «En el último cónclave hubo mucho descontento por la información que no le llegaba a Benedicto XVI. El escándalo de Vatileaks sucedió porque el Papa estaba muy aislado. Surgió entre varios cardenales el deseo de que hubiese otra fuente de información, un equipo de cardenales de los cinco continentes que tuviesen acceso directo al Papa sin pasar por el filtro de la Secretaría de Estado». El C9 funciona como una especie de consejo de administración de una gran empresa, al margen de la burocracia vaticana. «El Papa es un flujo volcánico de ideas», explica.

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El C9 las canaliza. El objetivo es que el gobierno de la Iglesia esté al cabo de la calle. Por eso se prefieren los sínodos (multitudinarias asambleas de obispos) sobre temas de actualidad, como la familia, antes que los conductos reglamentarios de prefecturas y dicasterios. Es decir, grandes tormentas de ideas antes que las intrigas de la curia. Apasionado de la música clásica, Maradiaga toca el saxofón, el piano y la guitarra; e incluso dirigió una orquesta en el seminario. Estudió Teología, Filosofía, Psicología Clínica y Psicoterapia. Habla seis idiomas y tiene el título de piloto de aviación. ¿Progresista? «Hay poderes a los que no les gusta que se digan ciertas cosas sobre los pobres, sobre las consecuencias de la globalización, sobre la idolatría del dinero, sobre el mercado divinizado que se convierte en una verdadera esclavitud», declaró a La Stampa. Hace unos meses publicó en España su último libro, Sin ética no hay desarrollo (Narcea), en el que arremete contra la política de austeridad. «La austeridad en sí no es una cosa mala», pero hoy, «por la interpretación que se hace en ámbitos políticos y económicos, se ha convertido en una palabrota». Y añade: «Ha provocado una aceleración de la desigualdad con un aumento de la pobreza».

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XLSemanal. Señor cardenal, ¿qué planes tiene el Papa para la Iglesia? ¿Nos los puede desvelar usted?

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Óscar A. R. Maradiaga. Estoy firmemente convencido de que la Iglesia está ante el umbral de una nueva era. Exactamente igual que hace 50 años, cuando Juan XXIII hizo abrir las puertas y ventanas de la Iglesia para dejar que entrara el aire fresco. El Papa Francisco quiere llevar la Iglesia en la misma dirección hacia la que el Espíritu Santo lo lleva a él: hacia una mayor cercanía con las personas, no entronizado sobre ellas, sino vivo en ellas. La Iglesia, conviene no olvidarlo, no es una institución creada por los hombres, sino obra de Dios. La mano del Señor actuó durante la elección que hicimos en marzo de 2013.

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XL. Pero ¿qué puntos concretos persigue el Papa?

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Ó.A.R.M. Sobre todo, que el estilo de vida y de liderazgo en la jerarquía eclesiástica sea más sencillo, empezando por los obispos y terminando por los sacerdotes. No podemos quedarnos sentados en nuestros despachos y esperar a que la gente venga a nosotros. Tenemos que ser nosotros los que vayamos a ellos. Es una forma nueva de vernos. Aunque no, en realidad, no es nada nueva. La encontramos en el mensaje de Jesús, pero se nos había olvidado.

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XL. ¿Eso significa dar prioridad a la acción pastoral?

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Ó.A.R.M. Más acción pastoral que doctrina, sí. La doctrina eclesiástica, la teología, es algo que nos viene dado, pero tenemos que asegurarnos de que somos capaces de llegar con ella a las gentes sencillas. Otra preocupación del Papa es la misericordia, una forma distinta de atender al mundo, especialmente a los que sufren.

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XL. Usted habla de Iglesia «de la misericordia», pero algunos la perciben como poco misericordiosa, por ejemplo, con los divorciados que se vuelven a casar…

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Ó.A.R.M. Sobre el matrimonio, Cristo dijo: lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. Es una frase clara y firme. Pero hay muchas formas de interpretarla. Cuando se produce el fracaso de un matrimonio, podemos preguntarnos por ejemplo: ¿realmente estaban los cónyuges unidos en Dios? Es decir, hay mucho margen para una interpretación más profunda. Pero lo que no se puede hacer es ir en la dirección de afirmar que lo que hoy es blanco mañana es negro.

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XL. En este sentido, el Papa ha encargado que se consulte a los católicos acerca de la familia, la moral sexual…

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Ó.A.R.M. Cuando lo supe, le pregunté al Sumo Pontífice: «¿Por qué otro sínodo sobre la familia? Ya hicimos uno en 1980 y tenemos la hermosa exhortación apostólica Familiaris consortio, de Juan Pablo II, de 1983».

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XL. ¿Y qué le respondió el Papa Francisco?

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Ó.A.R.M. Que ya han pasado 30 años. Para la mayoría de las personas, la familia de entonces ya no existe. Y es cierto: tenemos separaciones, tenemos familias patchwork, muchos padres y madres solteros, fenómenos como las madres de alquiler, matrimonios sin hijos. Tampoco hay que olvidarse de las parejas del mismo sexo. En 1980 ni siquiera se podía intuir su existencia. Todo esto exige respuestas, soluciones para el mundo de hoy. Y no basta con decir: ya tenemos la doctrina tradicional. Evidentemente, la doctrina tradicional perdurará, pero los retos pastorales exigen respuestas acordes a los tiempos. Y estas respuestas ya no vienen del autoritarismo y el moralismo. ¡No es una ‘nueva evangelización’, no lo es, no!

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XL. Su compañero el cardenal Gerhard Ludwig Müller, en su condición de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tiene un concepto más elevado de la autoridad de la Iglesia y se muestra contrario a cualquier flexibilización…

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Ó.A.R.M. [Ríe]. Lo he leído. Y pensé: «De acuerdo, a lo mejor tienes razón, pero a lo mejor no». Quiero decir que le entiendo: es alemán… sí, tengo que decirlo, alemán; además, es profesor, un profesor alemán de Teología. En su mentalidad solo existen lo correcto y lo equivocado, nada más. Pero yo digo: «El mundo, hermano mío, el mundo no es así. Tienes que ser un poco flexible cuando escuchas otras voces, debes serlo para no limitarte a escucharlas y decir: ‘No, aquí hay una pared, un muro’». Creo que llegará a entender otros puntos de vista.

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XL. ¿Le ofrecerá su consejo?

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Ó.A.R.M. Todavía no hemos hablado. Pero hablaremos, seguro.

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XL. Con el Papa sí habla usted. ¿En qué punto se encuentra la reforma estructural que el Sumo Pontífice espera de la comisión que creó con usted y otros siete cardenales?

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Ó.A.R.M. ¡Bien, cambiemos de tema! Por supuesto que hay que transformar muchas cosas en la Iglesia. El Papa lo sabe, yo lo sé, y el Colegio Cardenalicio también era consciente de ello. Las estructuras están al servicio de las personas, pero cuando el mundo cambia tan rápidamente también tienen que hacerlo las estructuras de gobierno de la Iglesia, la curia. Es una tarea compleja. Estamos en plena fase de debate, reuniendo consejos y opiniones de expertos. Vamos paso a paso.

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XL. La propia administración es el enemigo natural de las reformas administrativas… ¿Está percibiendo usted reservas u oposición por parte de la curia hacia su comisión?

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Ó.A.R.M. Sí. Pero en la curia también hay bastantes personas que nos dicen que las cosas no pueden seguir como hasta ahora. La curia no es en absoluto un bloque monolítico. De todas nuestras reflexiones surgirá un nuevo ordenamiento de la curia, que sustituirá a la vigente constitución apostólica Pastor Bonus de Juan Pablo II, del año 1988. Así que no se trata solo de una modificación o una adaptación de este documento, sino de algo completamente nuevo.

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XL. ¿No teme que el Papa, con 77 años ya, no tenga tiempo suficiente para llevar a cabo todos estos cambios?

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Ó.A.R.M. Creo que, por un lado, ya hemos alcanzado un ‘punto de no retorno’. Por el otro, el Papa tiene una energía que no deja de sorprenderme. ¿Sabe?, estuvimos hablando antes del cónclave y me dijo: «Yo ya tengo preparada mi carta de renuncia». Pero luego salió del cónclave elegido Papa y desde entonces está como transformado.

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XL. Se llegó a decir que tenía problemas pulmonares.

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Ó.A.R.M. Aquello era propaganda negativa con la que alguien del ‘círculo interno’ del cónclave buscaba perjudicarlo. Una vez, mientras comíamos, me dirigí al futuro Papa y le comenté que se decía que solo tenía un lóbulo pulmonar y que su salud estaba debilitada. Se echó a reír: «¡Qué va! Tuve un quiste. Me lo extirparon… y arreglado». Luego me pasé de mesa en mesa diciendo: «¡Escuchad! Los que decís que Bergoglio solo tiene un pulmón estáis equivocados».

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XL. Su estrecha conexión con el Sumo Pontífice hace que los católicos más conservadores lo definan como «un consejero principal demasiado locuaz». A la comisión de la que usted forma parte se la llama la ‘banda de los ocho’ de Bergoglio. Todo esto es señal de una oposición bastante importante al nuevo Papa.

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Ó.A.R.M. Importante quizá, pero no muy numerosa. La mayoría de los católicos están con el Papa. Su rival son las personas que no conocen la realidad. Por ejemplo, en los círculos económicos de Estados Unidos hay un gran revuelo por las críticas al capitalismo expresadas por el Sumo Sacerdote en su encíclica. ¿Y quién dice que el capitalismo sea perfecto? ¿A quién ha afectado la reciente crisis de los mercados? No a los países pobres, sino a la rica Norteamérica, a la rica Europa. Y esta crisis no ha sido una invención de la teología de la liberación ni tampoco consecuencia de la llamada ‘opción por los pobres’. El que se equivoca es el que no critica el capitalismo, no el Papa. Pero, mire, lo critican a él y se escandalizan. Yo, por mi parte, simplemente intento hacerle caso a mi conciencia. Francisco siempre ha sido coherente con sus llamamientos a una Iglesia pobre y con su forma de vida, tanto cuando era sacerdote jesuita como luego de arzobispo, o ahora como Papa.

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XL. ¿Quiere decir que se opone a las residencias episcopales opulentas o las bañeras de lujo, como la del obispo alemán de Limburgo, apartado de su cargo por el Papa por sus gastos suntuosos en la renovación de su residencia?

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Ó.A.R.M. A las personas que, como él o como yo, venimos de Latinoamérica nos cuesta aceptar esas cosas. Una ducha, un inodoro… con eso basta. Al menos le basta a la mayoría de la gente. Y al Papa también, ya sabe que es lo tiene en su apartamento, unas dependencias con solo tres habitaciones. Me gustó mucho una cosa que Francisco dijo en la festividad de Todos los Santos: «Nunca he visto un camión de mudanzas detrás de un cortejo fúnebre».

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La mano derecha

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El Papa entendió enseguida que al Vaticano le falta agilidad. La curia es mastodóntica: cientos de cardenales, nueve congregaciones, tribunales… Difícil plantar la semilla de cambio en un terreno tan yermo. Además, hay división entre aperturistas liderados por Maradiaga e inmovilistas que cierran filas en torno a Mueller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. La misión encomendada por el Papa a Maradiaga, al que le unen años de amistad, no es tanto servir de pararrayos ante posibles intrigas como tender puentes.

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Y el Consejo de los nueve

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De la necesidad de rodearse de un equipo cercano surgió la idea del consejo, casi un gabinete ministerial, con reuniones frecuentes (cada pocos meses) para lo que se estila en el Vaticano. Las reuniones del C9 se desarrollan, según el cardenal Monsengwo, «en libertad». Se le da la palabra a todos. Pero el Papa no quiere discursos, sino discusiones y reflexiones. Y sobre todo escucha. Llega el primero y no tiene reparos en pedir consejos o dar indicaciones. Deja las cosas claras para que no haya que ‘adivinar’ sus intenciones.

Joachim Frank – XL Semanal

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O Papa puxo en mans deste arcebispo hondureño de 72 anos una das misións máis complexas e espiñentas do seu pontificado. Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga coordina dende hai meses o grupo de nove cardeais que, a porta pechada, axudan ao Santo Pai a reformar a curia. As súas deliberacións non só terán enorme impacto na estrutura burocrática do Vaticano, tamén no futuro da Igrexa.

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O Cardeal Rodríguez Maradiaga.

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madariagaNon se engurra ante ninguén. No seu país, Honduras, viaxa con escolta pola súa loita contra a corrupción e o narcotráfico. E unha anécdota dos anos noventa define o seu espírito montaraz. Recentemente nomeado presidente dun comité económico, padeceu o ninguneo dos tecnócratas. «Non querían falar comigo. Dicían que os curas non sabemos economía. Díxenme que iso non volvería pasar e púxenme a estudar economía pola miña conta». Tanto estudou que Xoán Paulo II lle encargou analizar a débeda do Terceiro Mundo, e acabou converténdose no azoute do Banco Mundial e o Fondo Monetario Internacional. O seu nome soou dúas veces como papable. Hoxe é a man dereita do Papa. O seu gardacostas intelectual.

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Salesiano de 72 anos, o cardeal Óscar Rodríguez Maradiaga é arcebispo de Tegucigalpa e presidente de Cáritas Internationalis. Coordina o chamado C9, o consello de nove cardeais que axuda ao Papa na reforma da curia. Conta así como naceu a idea. «No último conclave houbo moito descontento pola información que non lle chegaba a Benedito XVI. O escándalo de Vatileaks sucedeu porque o Papa estaba moi illado. Xurdiu entre varios cardeais o desexo de que houbese outra fonte de información, un equipo de cardeais do cinco continentes que tivesen acceso directo ao Papa sen pasar polo filtro da Secretaría de Estado». O C9 funciona como unha especie de consello de administración dunha gran empresa, á marxe da burocracia vaticana. «O Papa é un fluxo volcánico de ideas», explica.

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O C9 canalízaas. O obxectivo é que o goberno da Igrexa estea ao cabo da rúa. Por iso prefírense os sínodos (multitudinarias asembleas de bispos) sobre temas de actualidade, como a familia, antes que os condutos regulamentarios de prefecturas e dicasterios. É dicir, grandes tormentas de ideas antes que as intrigas da curia. Apaixonado da música clásica, Maradiaga toca o saxofón, o piano e a guitarra; e mesmo dirixiu unha orquestra no seminario. Estudou Teoloxía, Filosofía, Psicoloxía Clínica e Psicoterapia. Fala seis idiomas e ten o título de piloto de aviación. ¿Progresista? «Hai poderes aos que non lles gusta que se digan certas cousas sobre os pobres, sobre as consecuencias da globalización, sobre a idolatría do diñeiro, sobre o mercado divinizado que se converte nunha verdadeira escravitude», declarou a Stampa. Hai uns meses publicou en España o seu último libro, Sen ética non hai desenvolvemento (Narcea), no que arremete contra a política de austeridade. «A austeridade en si non é unha cousa mala», pero hoxe, «pola interpretación que se fai en ámbitos políticos e económicos, converteuse nunha palabrota». E engade: «Provocou unha aceleración da desigualdade cun aumento da pobreza».

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XLSemanal. Señor cardeal, ¿que plans ten o Papa para a Igrexa? ¿Pódenolos desvelar vostede?

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Óscar A. R. Maradiaga. Estou firmemente convencido de que a Igrexa está ante o limiar dunha nova era. Exactamente igual que hai 50 anos, cando Xoán XXIII fixo abrir as portas e xanelas da Igrexa para deixar que entrase o aire fresco. O Papa Francisco quere levar a Igrexa na mesma dirección cara á que o Espírito Santo o leva a el: cara a unha maior proximidade coas persoas, non entronizado sobre elas, senón vivo nelas. A Igrexa, convén non esquecelo, non é unha institución creada polos homes, senón obra de Deus. A man do Señor actuou durante a elección que fixemos en marzo de 2013.

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XL. Pero que puntos concretos persegue o Papa?

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Ó.A.R.M. Sobre todo, que o estilo de vida e de liderado na xerarquía eclesiástica sexa máis sinxelo, empezando polos bispos e terminando polos sacerdotes. Non podemos quedarnos sentados nos nosos despachos e esperar a que a xente veña a nós. Temos que ser nós os que vaiamos a eles. É unha forma nova de vernos. Aínda que non, en realidade, non é nada nova. Atopámola na mensaxe de Xesús, pero esquecéranos.

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XL. Iso significa dar prioridade á acción pastoral?

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Ó.A.R.M. Máis acción pastoral que doutrina, si. A doutrina eclesiástica, a teoloxía, é algo que nos vén dado, pero temos que asegurarnos de que somos capaces de chegar con ela ás xentes sinxelas. Outra preocupación do Papa é a misericordia, unha forma distinta de atender ao mundo, especialmente aos que sofren.

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XL. Vostede fala de Igrexa «da misericordia», pero algúns a perciben como pouco misericordiosa, por exemplo, cos divorciados que se volven casar…

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Ó.A.R.M. Sobre o matrimonio, Cristo dixo: o que Deus uniu que non o separe o home. É unha frase clara e firme. Pero hai moitas formas de interpretala. Cando se produce o fracaso dun matrimonio, podemos preguntarnos por exemplo: ¿realmente estaban os cónxuxes unidos en Deus? É dicir, hai moita marxe para unha interpretación máis profunda. Pero o que non se pode facer é ir na dirección de afirmar que o que hoxe é branco mañá é negro.

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XL. Neste sentido, o Papa encargou que se consulte aos católicos acerca da familia, a moral sexual…

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Ó.A.R.M. Cando o souben, pregunteille ao Sumo Pontífice: «¿Por que outro sínodo sobre a familia? Xa fixemos un en 1980 e temos a fermosa exhortación apostólica Familiaris consortio, de Xoán Paulo II, de 1983».

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XL. ¿E que lle respondeu o Papa Francisco?

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Ó.A.R.M. Que xa pasaron 30 anos. Para a maioría das persoas, a familia de entón xa non existe. E é certo: temos separacións, temos familias patchwork, moitos pais e nais solteiros, fenómenos como as nais de aluguer, matrimonios sen fillos. Tampouco hai que esquecerse das parellas do mesmo sexo. En 1980 nin sequera se podía intuír a súa existencia. Todo isto esixe respostas, solucións para o mundo de hoxe. E non basta con dicir: xa temos a doutrina tradicional. Evidentemente, a doutrina tradicional perdurará, pero os retos pastorais esixen respostas acordes aos tempos. E estas respostas xa non veñen do autoritarismo e o moralismo. Non é unha ‘nova evanxelización’, non o é, non!

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XL. O seu compañeiro o cardeal Gerhard Ludwig Müller, na súa condición de prefecto da Congregación para a Doutrina da Fe, ten un concepto máis elevado da autoridade da Igrexa e móstrase contrario a calquera flexibilización…

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Ó.A.R.M. [Ri]. Lino. E pensei: «Dacordo, se cadra tes razón, pero se cadra non». Quero dicir que lle entendo: é alemán… si, teño que dicilo, alemán; ademais, é profesor, un profesor alemán de Teoloxía. Na súa mentalidade só existen o correcto e o equivocado, nada máis. Pero eu digo: «O mundo, irmán meu, o mundo non é así. Tes que ser un pouco flexible cando escoitas outras voces, debes selo para non limitarte a escoitalas e dicir: ‘Non, aquí hai unha parede, un muro’». Creo que chegará a entender outros puntos de vista.

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XL. ¿Ofreceralle o seu consello?

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Ó.A.R.M. Aínda non falamos. Pero falaremos, seguro.

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XL. Co Papa si fala vostede. ¿En que punto se atopa a reforma estrutural que o Sumo Pontífice espera da comisión que creou con vostede e outros sete cardeais?

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Ó.A.R.M. Ben, cambiemos de tema! Por suposto que hai que transformar moitas cousas na Igrexa. O Papa sábeo, eu seino, e o Colexio Cardinalicio tamén era consciente diso. As estruturas están ao servizo das persoas, pero cando o mundo cambia tan rapidamente tamén teñen que facelo as estruturas de goberno da Igrexa, a curia. É unha tarefa complexa. Estamos en plena fase de debate, reunindo consellos e opinións de expertos. Imos paso a paso.

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XL. A propia administración é o inimigo natural das reformas administrativas… ¿Está a percibir vostede reservas ou oposición por parte da curia cara á súa comisión?

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Ó.A.R.M. Si. Pero na curia tamén hai bastantes persoas que nos din que as cousas non poden seguir como até agora. A curia non é en absoluto un bloque monolítico. De todas as nosas reflexións xurdirá un novo ordenamento da curia, que substituirá á vixente constitución apostólica Pastor Bonus de Xoán Paulo II, do ano 1988. Así que non se trata só dunha modificación ou unha adaptación deste documento, senón de algo completamente novo.

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XL. Non teme que o Papa, con 77 anos xa, non teña tempo suficiente para levar a cabo todos estes cambios?

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Ó.A.R.M. Creo que, por unha banda, xa alcanzamos un ‘punto de non retorno’. Pola outra, o Papa ten unha enerxía que non deixa de sorprenderme. ¿Sabe?, estivemos a falar antes do conclave e díxome: «Eu xa teño preparada a miña carta de renuncia». Pero logo saíu do conclave elixido Papa e desde entón está como transformado.

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XL. Chegouse a dicir que tiña problemas pulmonares.

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Ó.A.R.M. Aquilo era propaganda negativa coa que alguén do ‘círculo interno’ do conclave buscaba prexudicalo. Unha vez, mentres comiamos, dirixinme ao futuro Papa e comenteille que se dicía que só tiña un lóbulo pulmonar e que a súa saúde estaba debilitada. Botouse a rir: «Que va! Tiven un quiste. Extirpáronmo… e arranxado». Logo paseime de mesa en mesa dicindo: «Escoitade! Os que dicides que Bergoglio só ten un pulmón estades equivocados».

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XL. A súa estreita conexión co Sumo Pontífice fai que os católicos máis conservadores o definan como «un conselleiro principal demasiado locuaz». Á comisión da que vostede forma parte lle chama a ‘banda dos oito’ de Bergoglio. Todo isto é sinal dunha oposición bastante importante ao novo Papa.

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Ó.A.R.M. Importante quizais, pero non moi numerosa. A maioría dos católicos están co Papa. O seu rival son as persoas que non coñecen a realidade. Por exemplo, nos círculos económicos de Estados Unidos hai un gran balbordo polas críticas ao capitalismo expresadas polo Sumo Sacerdote na súa encíclica. ¿E quen di que o capitalismo sexa perfecto? ¿A quen afectou a recente crise dos mercados? Non aos países pobres, senón á rica Norteamérica, á rica Europa. E esta crise non foi unha invención da teoloxía da liberación nin tampouco consecuencia da chamada ‘opción polos pobres’. O que se equivoca é o que non critica o capitalismo, non o Papa. Pero, mire, critícano a el e escandalízanse. Eu, pola miña banda, simplemente tento facerlle caso á miña conciencia. Francisco sempre foi coherente cos seus chamamentos a unha Igrexa pobre e coa súa forma de vida, tanto cando era sacerdote xesuíta como logo de arcebispo, ou agora como Papa.

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XL. ¿Quere dicir que se opón ás residencias episcopais opulentas ou as bañeiras de luxo, como a do bispo alemán de Limburgo, apartado do seu cargo polo Papa polos seus gastos suntuosos na renovación da súa residencia?

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Ó.A.R.M. Ás persoas que, como el ou como eu, vimos de Latinoamérica cústanos aceptar esas cousas. Unha ducha, un inodoro… con iso basta. Polo menos bástalle á maioría da xente. E ao Papa tamén, xa sabe que é teno no seu apartamento, unhas dependencias con só tres habitacións. Gustoume moito unha cousa que Francisco dixo na festividade de Todos os Santos: «Nunca vin un camión de mudanzas detrás dun cortexo fúnebre».

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A man dereita

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O Papa entendeu enseguida que ao Vaticano lle falta axilidade. A curia é mastodóntica: centos de cardeais, nove congregaciones, tribunais… Difícil plantar a semente de cambio nun terreo tan ermo. Ademais, hai división entre aperturistas liderados por Maradiaga e inmovilistas que pechan filas ao redor de Mueller, prefecto da Congregación para a Doutrina da Fe. A misión encomendada polo Papa a Maradiaga, ao que lle unen anos de amizade, non é tanto servir de pararraios ante posibles intrigas como tender pontes.

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E o Consello dos nove

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Da necesidade de rodearse dun equipo próximo xurdiu a idea do consello, case un gabinete ministerial, con reunións frecuentes (cada poucos meses) para o que se estila no Vaticano. As reunións do C9 desenvólvense, segundo o cardeal Monsengwo, «en liberdade». Dáselle a palabra a todos. Pero o Papa non quere discursos, senón discusións e reflexións. E sobre todo escoita. Chega o primeiro e non ten reparos en pedir consellos ou dar indicacións. Deixa as cousas claras para que non haxa que ‘adiviñar’ as súas intencións.