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04 Abr

LOS TÓPICOS SOBRE LOS INMIGRANTES Y LA CRISISLOS TÓPICOS SOBRE LOS INMIGRANTES Y LA CRISIS

Alga R. Sanmartín

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El Mundo. es

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Llegó la crisis y los presagios más pesimistas cayeron como una losa sobre los inmigrantes. Se auguró que perderían sus puestos de trabajo y acabarían regresando a sus países de origen. Se vaticinó que la xenofobia se iba a disparar hasta términos insospechados. Y se dijo también que los extranjeros iban a ser los que peor parados salieran de estas vacas flacas.

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La quinta edición del Anuario de la Inmigración en España, que han elaborado los más prestigiosos expertos sobre esta materia y que este jueves ha presentado la secretaria de Estado de Inmigración y Emigración, Anna Terrón, desmonta estos y otros tópicos que en los últimos años se han ido generalizando.

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Se ha frenado la llegada de inmigrantes, pero la crisis no ha conseguido echarlos de España. Es cierto que la percepción negativa hacia los extranjeros ha empeorado, pero no se ha producido un El Ejido II, como muchos vaticinaban. Y, aunque este colectivo ha sufrido muy duramente los efectos de la crisis, los expertos sostienen que no han salido tan mal parados como se pensaba.

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El trabajo, que lleva por título Inmigración y crisis económica, ha sido dirigido por los catedráticos Joaquín Arango, Eliseo Aja y Josep Oliver y editado por la Fundación CIDOB, la Fundación Ortega y Gasset, la Fundación ACSAR, la Diputación de Barcelona, la Junta de Andalucía y Unicaja.

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Estos son algunos tópicos sobre los inmigrantes y la crisis que desmonta el anuario:

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1. La crisis no echa a los inmigrantes

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La crisis ha frenado la llegada masiva de extranjeros. Entre 2000 y 2007, se registraron anualmente unos 550.000 nuevos foráneos. En 2008, esta cifra se redujo a 400.000. En 2009 fueron 100.000 y en 2010, apenas 6.000. Es decir, como expresa Anna Terrón, la entrada de inmigrantes se ha reducido «a prácticamente cero».

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Pero la crisis, añade el informe, «no está suponiendo una contracción significativa de su volumen y menos aún de la proporción que supone de la población activa».

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Joaquín Arango, presidente del Foro Social para la Integración de los Inmigrantes, indica que «el número de los retornados no es muy elevado» y que «la inmensa mayoría de los establecidos en España ha decidido permanecer». «Y la mayoría va a permanecer», recalca.

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Los inmigrantes suponen uno de cada cinco trabajadores en España. «La inmigración es una faceta estructural permanente de nuestra realidad social», recuerda Arango.

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«Si alguien pensó que la crisis iba a reducir la importancia de la inmigración en España, no cabe duda de que se equivocó«, sostiene el anuario.

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2. La crisis no ha provocado un estallido de xenofobia

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«El pronóstico casandrístico tantas veces formulado de que la crisis económica iba a conllevar el estallido de grandes conflictos sociales y de explosiones xenófobas en el ámbito de la inmigración ha seguido sin cumplirse en 2010″, dice el estudio, que detecta que los indicadores de racismo y xenofobia presentes en una encuesta de 2009 elaborada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia apenas varían de los obtenidos en la encuesta gemela de 2008.

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«En realidad, la relación entre recesión económica y aumento de la xenofobia es menos lineal de lo que tiende a pensarse», señala el trabajo. Hay «indicios preocupantes», como lo ocurrido en Salt o Vic. Pero aquí el clima social que rodea a la inmigración sigue estando «menos crispado» que en Europa y «no se han registrado incidentes graves, tensiones profundas o bandazos políticos».

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«La crisis no ha deteriorado de manera significativa el talante sosegado con el que la sociedad española ha aceptado a cinco millones de personas venidas de fuera», concluye Arango.

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3. La crisis no ha destrozado laboralmente a los inmigrantes

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«Respondiendo a un tópico que circula, la inmigración ha salido bastante bien parada del choque ocupacional, en relación a los nativos», dice Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, que recuerda que, en 2010, «se observa una reducción muy intensa en el ritmo de avance del paro» entre este colectivo.

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«Todo apuntaba a que la destrucción de empleo tenía que ser mayor y no lo ha sido«, añade.

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Según el informe, «la resistencia del empleo inmigrante ha sido mayor de lo que las astronómicas tasas de paro hacen pensar». En el tercer trimestre de 2010, el empleo inmigrante totalizaba cerca de 3,2 millones de ocupados, una cifra sólo inferior en unos 240.000 puestos de trabajo a la existente justo antes de la crisis.

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«La crisis ha puesto de manifiesto una gran capacidad de adaptación de la población inmigrante a las necesidades derivadas de un proceso de destrucción de empleo de intensidad desconocida en nuestra historia reciente», manifiesta el ahora ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez, en uno de los capítulos del anuario.

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4. Seguimos necesitando inmigrantes

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Josep Oliver está convencido de que, «si la mano de obra inmigrante desapareciera, el país no podría funcionar«.

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Explica que, entre 2009 y 2010, hemos perdido 170.000 activos inmigrantes de entre 16 y 34 años, que se han ido de España libres de cargas familiares. Al mismo tiempo, la población española de estas edades se ha reducido en 550.000 personas por el descenso de la natalidad. La consecuencia es que, cuando el mercado de trabajo se haya recuperado, se producirá un «gran agujero demográfico juvenil» a partir de la segunda mitad de esta década que requerirá de mano de obra extranjera. «Eso anticipa una nueva entrada de mano de obra inmigrante«, vaticina Oliver.

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Alga R. Sanmartín

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El Mundo. es

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Llegó la crisis y los presagios más pesimistas cayeron como una losa sobre los inmigrantes. Se auguró que perderían sus puestos de trabajo y acabarían regresando a sus países de origen. Se vaticinó que la xenofobia se iba a disparar hasta términos insospechados. Y se dijo también que los extranjeros iban a ser los que peor parados salieran de estas vacas flacas.

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La quinta edición del Anuario de la Inmigración en España, que han elaborado los más prestigiosos expertos sobre esta materia y que este jueves ha presentado la secretaria de Estado de Inmigración y Emigración, Anna Terrón, desmonta estos y otros tópicos que en los últimos años se han ido generalizando.

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Se ha frenado la llegada de inmigrantes, pero la crisis no ha conseguido echarlos de España. Es cierto que la percepción negativa hacia los extranjeros ha empeorado, pero no se ha producido un El Ejido II, como muchos vaticinaban. Y, aunque este colectivo ha sufrido muy duramente los efectos de la crisis, los expertos sostienen que no han salido tan mal parados como se pensaba.

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El trabajo, que lleva por título Inmigración y crisis económica, ha sido dirigido por los catedráticos Joaquín Arango, Eliseo Aja y Josep Oliver y editado por la Fundación CIDOB, la Fundación Ortega y Gasset, la Fundación ACSAR, la Diputación de Barcelona, la Junta de Andalucía y Unicaja.

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Estos son algunos tópicos sobre los inmigrantes y la crisis que desmonta el anuario:

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1. La crisis no echa a los inmigrantes

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La crisis ha frenado la llegada masiva de extranjeros. Entre 2000 y 2007, se registraron anualmente unos 550.000 nuevos foráneos. En 2008, esta cifra se redujo a 400.000. En 2009 fueron 100.000 y en 2010, apenas 6.000. Es decir, como expresa Anna Terrón, la entrada de inmigrantes se ha reducido«a prácticamente cero».

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Pero la crisis, añade el informe, «no está suponiendo una contracción significativa de su volumen y menos aún de la proporción que supone de la población activa».

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Joaquín Arango, presidente del Foro Social para la Integración de los Inmigrantes, indica que «el número de los retornados no es muy elevado» y que «la inmensa mayoría de los establecidos en España ha decidido permanecer». «Y la mayoría va a permanecer», recalca.

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Los inmigrantes suponen uno de cada cinco trabajadores en España. «La inmigración es una faceta estructural permanente de nuestra realidad social», recuerda Arango.

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«Si alguien pensó que la crisis iba a reducir la importancia de la inmigración en España, no cabe duda de que se equivocó«, sostiene el anuario.

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2. La crisis no ha provocado un estallido de xenofobia

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«El pronóstico casandrístico tantas veces formulado de que la crisis económica iba a conllevar el estallido de grandes conflictos sociales y de explosiones xenófobas en el ámbito de la inmigración ha seguido sin cumplirse en 2010″, dice el estudio, que detecta que los indicadores de racismo y xenofobia presentes en una encuesta de 2009 elaborada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia apenas varían de los obtenidos en la encuesta gemela de 2008.

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«En realidad, la relación entre recesión económica y aumento de la xenofobiaes menos lineal de lo que tiende a pensarse», señala el trabajo. Hay «indicios preocupantes», como lo ocurrido en Salt o Vic. Pero aquí el clima social que rodea a la inmigración sigue estando «menos crispado» que en Europa y «no se han registrado incidentes graves, tensiones profundas o bandazos políticos».

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«La crisis no ha deteriorado de manera significativa el talante sosegado con el que la sociedad española ha aceptado a cinco millones de personas venidas de fuera», concluye Arango.

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3. La crisis no ha destrozado laboralmente a los inmigrantes

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«Respondiendo a un tópico que circula, la inmigración ha salido bastante bien parada del choque ocupacional, en relación a los nativos», dice Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, que recuerda que, en 2010, «se observa una reducción muy intensa en el ritmo de avance del paro» entre este colectivo.

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«Todo apuntaba a que la destrucción de empleo tenía que ser mayor y no lo ha sido«, añade.

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Según el informe, «la resistencia del empleo inmigrante ha sido mayor de lo que las astronómicas tasas de paro hacen pensar». En el tercer trimestre de 2010, el empleo inmigrante totalizaba cerca de 3,2 millones de ocupados, una cifra sólo inferior en unos 240.000 puestos de trabajo a la existente justo antes de la crisis.

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«La crisis ha puesto de manifiesto una gran capacidad de adaptación de la población inmigrante a las necesidades derivadas de un proceso de destrucción de empleo de intensidad desconocida en nuestra historia reciente», manifiesta el ahora ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez, en uno de los capítulos del anuario.

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4. Seguimos necesitando inmigrantes

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Josep Oliver está convencido de que, «si la mano de obra inmigrante desapareciera, el país no podría funcionar«.

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Explica que, entre 2009 y 2010, hemos perdido 170.000 activos inmigrantes de entre 16 y 34 años, que se han ido de España libres de cargas familiares. Al mismo tiempo, la población española de estas edades se ha reducido en 550.000 personas por el descenso de la natalidad. La consecuencia es que, cuando el mercado de trabajo se haya recuperado, se producirá un «gran agujero demográfico juvenil» a partir de la segunda mitad de esta década que requerirá de mano de obra extranjera. «Eso anticipa una nueva entrada de mano de obra inmigrante«, vaticina Oliver.

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