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04 Jun

EL ARZOBISPO MONSEÑOR PRIETO FERNÁNDEZ TOMA POSESIÓN DE SU CÁTEDRA

Con todos quiero caminar, como hermano en la fe, como vuestro pastor”

La Catedral de Santiago, con todas sus naves repletas de fieles, acogió la ceremonia de recepción y la inauguración del ministerio episcopal y toma de posesión de monseñor Francisco José Prieto Fernández, como arzobispo Metropolitano de Santiago de Compostela. El nuevo prelado durante su intervención recordó que “con todos quiero caminar, como hermano en la fe, como vuestro pastor. Y obispo para todos, en una Iglesia que peregrina en Santiago de Compostela”.

Presentación

Los actos se iniciaron en la puerta del Obradoiro, ante el Pórtico de la Gloria, donde monseñor Prieto fue recibido por el Cabildo catedralicio y el Colegio de Consultores. Seguidamente el Nuncio Apostólico de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza, presentó al nuevo arzobispo del que dijo que en adelante “presidirá los divinos Misterios en esta Catedral, iglesia madre de esta archidiócesis que pastoreará al servicio de Dios”.

Acto seguido se dirigieron a la capilla del Santísimo para orar durante unos instantes. En procesión por la nave central llegaron  al Altar Mayor, donde se desarrolló la celebración con los ritos iniciales y la lectura de las Cartas Apostólicas.

El Nuncio invitó al nuevo arzobispo a sentarse en la Catedra episcopal, donde se cubrió con la mitra y recibió el báculo episcopal

Eucaristía

Monseñor Prieto Fernández, acompañado de cerca de treinta cardenales, arzobispos y obispos españoles, junto al nuncio apostólico, monseñor Bernardito Auza, y numerosos sacerdotes, presidió la celebración eucarística en compañía del arzobispo emérito, monseñor Julián Barrio.

“El Señor siempre nos precede, Él toma la iniciativa”, así iniciaba la homilía el nuevo arzobispo, en la que destacó que “seguir al Señor no consiste en, primer lugar, en sacrificios y renuncias. Es, ante todo, un encuentro transformador con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva que suscita nuevas relaciones con Dios y con los hombres, y así somos llamados a vivir gozosamente como hijos y hermanos”.

Caminar juntos

Monseñor Prieto manifestó que en los dos años como obispo auxiliar ha podido apreciar, descubrir “el rostro mismo de Cristo” en los sacerdotes, en los miembros de la vida consagrada, en los fieles laicos. “Por el bautismo, compartimos la dignidad y la vocación común de participar en la vida y misión de la Iglesia, una misión común al servicio del Evangelio”, señaló.

El prelado compostelano destacó que la sinodalidad no sólo puede ser pensada, sino sobre todo vivida, “nos descubre que todo el pueblo de Dios es peregrino hacia la casa del Padre, un pueblo de muchos rostros y carismas, un pueblo de bautizados en el que, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar.” Considera que El Sínodo Diocesano de 2016-2017 ha trazado un camino que “debemos retomar sin dilación. No es momento de quejas, de resentimientos, de rendirse, sino de preguntarnos si estamos dispuestos a mirar el futuro en clave de Evangelio”.

Espacios de convivencia

El arzobispo de Santiago invitó a trabajar en la tarea común de construir juntos espacios de convivencia y humanidad: “Los hombres y mujeres de este tiempo, especialmente los que más sufren los golpes de esta crisis y de las guerras que aún nos acechan, merecen todo nuestro esfuerzo y empeño. Comparto con vosotros el deseo de trabajar juntos, desde el respeto y el diálogo, en favor de bien común”.

Terminó la homilía pidiendo ayuda para ser obispo de todos y obispo con todos: “Con todos quiero caminar, como hermano en la fe, como vuestro pastor. Y obispo para todos, en una Iglesia, esta que peregrina en Santiago de Compostela, que ha de ser hogar donde todos cabemos y en la que todos nos alegremos y demos gracias por vivir la unidad en la diversidad, ambas fruto del mismo Espíritu, y así busquemos y encontremos la verdad en la comunión con Dios y con las personas”.

Los actos concluyeron con el funcionamiento del Botafumeiro, mientras los files cantaban el Himno a Apóstol, y bendición final